sábado, 2 de febrero de 2008

10.-Cuchillo Kershaw Sun Classic, 10 pulgadas

Y palpo mi pecho por última vez, no creáis que lo hago con esperanza, al contrario, se muy bien que lo que voy a encontrar es la negrura de algo que hace meses dejó de latir, carbonizado y sin flujo vital, ex – órgano, estamos separados pero aun sin el divorcio.
Palpando mi estómago no reparo en su ya acostumbrada y anormal dureza, culpa de mi actual pareja, que ahí es donde reside, en mi estómago. Ella fue quien me separó del órgano actualmente muerto, y me alegro de ello, ya que yo también lo estoy, muerto en vida, cabalgando en la parca.
Acariciándola miro mis pies rodeado por el incesante sonido de sirenas de policías y una voz que intenta comunicarse conmigo a través de un megáfono, inmóviles pies sobre esta antigua construcción de piedra que une una orilla y otra de lo que hace años era un caudaloso rio, el se secó para ser testigo y actor secundario de mi adiós. Palabra que se empezó a musitar hace unos meses.

No se que día es, creo que ahora mismo es el detalle mas insignificante de mi vida. Huele a medicina. La luz entra en gruesos rayos atravesando la semi-penumbra, el polvo se hace visible y me hipnotiza. No puedo alejar la mirada de las flotantes partículas. El hombre de la bata dijo algo, que por lo que deduzco de los desquiciados llantos de mi madre debió de ser grave. Ya se lo que ha dicho. El polvo flota. Un canto de sirena sale de mi ombligo. Campanas de funeral repiquetean en mi pecho. Escucho las melodías y me dejo llevar. Mato al hombre de la bata blanca a golpes. Mi madre no deja de berrear y la mato también a ella.
Estoy de pie. Alguien cierra la ventana y el polvo vuelve a la invisibilidad. Retorno a la irrealidad. Mi madre sigue llorando y el hombre desde una entrenada pesadumbre nos despide con una flageladora palabra: adiós.

Avanzo mi pie izquierdo, el vacio me espera. Yo ya he cumplido.

Ahí fue cuando nací, el día del polvo. Yo que nunca lo merecí estoy apuntado en la lista de la huesuda guadañera, por este motivo voy a limpiar todo lo que pueda este basurero al que llaman mundo, lleno de inmundicia. Entiendo ahora el significado de “siempre se van los buenos”.

Requisitos para la limpieza
Cuchillo Kershaw Sun Classic de 10 pulgadas
Sudadera negra con capucha lo suficientemente grande como para sumir en la nada mi perturbable rostro.
Paño. Presente blanco, futuro pestilente rojo.
Afilador Minosharp Plus.
Haber perdido en toda la extensión de la palabra.
Ella.
Punto de cocción óptimo, de no ser así porcentaje de eficacia en la limpieza bajo.

Todas las noches cumplía los requisitos antes de salir de batida. Todas las noches me sentaba en el mismo sofá. Y todas las noches escuchaba aquel relajante zumbido que emitía la televisión sin sintonizar mientras me preparaba, escuchando el fluir de la rabia que emanaba de mi vientre al exterior. Cuando el grado de cocción de rabia era el óptimo partía a humanizar esta cloaca.
Yo era el que daba las órdenes, y Kershaw, fusionado con mí ser, era mi brazo obediente y ejecutor. Formábamos la sociedad perfecta, a el le gustaba y a mi también.
Erradiqué todo mal que veía. Unas veces para hacer el bien al mundo y otras para hacérselo a la víctima.
Pero cometía los actos sopesando la situación, no podía ir a lo loco como el tipo ese italiano que va cargándose a toda la ciudad en un videojuego destinado al público más idiota. No debían cazarme, yo era el cazador, tenía un plazo corto de tiempo para limpiar este coto público y quería sacarle el máximo partido.

Miembros de grupos violentos adolescentes.
Proxenetas
Delincuentes. Con estos me guiaba por mi buen ojo y por el nerviosismo que le invadía a ella ante su visión para saber quienes lo eran y quienes no. Si mi intuición fallaba es algo que nunca sabría así es que no me preocupaba.
Pedófilos. Para localizar a estos deshechos mentales también me ayudaba de las dos señoritas: Ella y la intuición. Bastaba con visitar parques y localizar al hombre solitario más generoso con los niños.
Toxicómanos Les ayudaba acabando con su desgracia, se que ellos me lo agradecerían pese a que gritaban como cerdos.

Y un corto etcétera, tampoco variaba demasiado, no había motivo para hacerlo.

Todo me conduce a esta noche. A las 12 se cumplía mi plazo. 2 meses. He matado a el último en este puente como tenia previsto en la preparada despedida, no he tenido que esperar a que pasara algún desgraciado, el vino a mi navaja en mano, demandándome dinero y objetos de valor, yo callé pero Kershaw tenia ganas de hablar. Y en su torso dejé clavado a mi amigo, de mi lo separé y absorbiendo del infeliz se quedó, no había mejor final para Kershaw. Enciendo un cigarro mientras espero a las moscas, no pienso, simplemente amaso mi palpable impaciencia por el despido.

El pie izquierdo sigue en el vacio, los cordones sueltos se balancean. Sigo acariciándola y le susurro algo, me gusta hablarle en femenino y odio el nombre en masculino que la gente le da: Cáncer. Que significa que es una entidad de carácter maligno, algo completamente erróneo, ella me ha ayudado rompiendo el opaco biombo que me ocultaba la realidad, nadie tiene derecho a llamarla cáncer.

Avanzo el pie derecho y el tiempo se para, quedo suspendido en el aire, el rio seco abre sus brazos y prepara contento mi recibimiento, los zumbido policiales se incrementan, el megáfono me grita en un idioma que no quiero entender y ella se marcha. Noto como mi vientre se vacía y me deja solo en mi The End particular, el carbonizado resucita latiendo con brutalidad para vivir una fugaz segunda vida y listo para firmar el divorcio, siempre lo consideré el órgano más idiota, aquí ha confirmado que esa consideración es un hecho irrefutable.
El tiempo vuelve a su curso.
Abrazo el seco rio con amor y placer.
El me devuelve el abrazo sin reservas.


Abro los ojos pero todo está oscuro.
Estoy vacio y comienzo a andar por el cálido suelo.
Mientras ando las sirenas policiales revolotean a mí alrededor, ¿Por qué siguen aquí?
Oigo muchos goznes en movimiento, y entonces se abren miles y miles de ventanas, los finos rayos de luz asesinan a la oscuridad y los sonidos cesan.
Estoy lleno de júbilo y me siento en el confortable suelo.
Miro los perfectos rayos de luz.
Sonrío.

El polvo flota.

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