domingo, 3 de febrero de 2008

2.-Para la libertad

UN CORAZÓN QUE LATE

UNA ESPERANZA QUE NO MUERE

LA ILUSIÓN QUE SE BATE

Y LUCHA POR LO QUE QUIERE





Hace tanto tiempo y es cierto que algunas cosas han cambiado pero otras siguen exactamente igual, tenía miedo, vivía con miedo y a día de hoy eso se mantiene. Antes me asustaba la policía, los grises, la comisaría, en fin, nada que tú no sepas o que no asocies a eso que llamas los cuentos de tus viejos. Pero hace 30 años más o menos, yo era considerado un rojo, un anarca, un progre, con lo cual, tenía un cierto respaldo social y el apoyo de lo que se podía considerar la intelectualidad de la época. A día de hoy me llaman facha o fascista ignorantes que desconocen el significado del término. Intenta hablarles de separación e independencia de poderes, de libre y directa elección del representante por parte del representado o de la igualdad de los ciudadanos ante la ley, para ellos y en su peculiar diccionario fascista simplemente es sinónimo de discrepancia, únicamente es una manera de criminalizar a aquel que no comulga con sus ideas

Corrían los últimos años 70, corrían los grises y algunos corríamos por las calles de la ciudad a velocidades que hubieran impresionado a nuestros profesores de gimnasia., éramos pocos y acojonados que aquí pasó como con lo de mayo del 68, si haces caso a lo que cuenta el personal había más españoles que franceses buscando arena de playa bajo los adoquines de París. En esa época hubo un concierto en el velódromo de Anoeta, Serrat había convertido en canción el poema de Miguel Hernández “Para la Libertad” y la progresía asistente entre beoda y emocionada levantaba puños y mecheros y entonaba con tono de borracho balbuceante, una letra de sobra conocida. Pedradas de la vida, uno ya había leído a Machado, Hernández, Lorca, Dámaso Alonso etc. Que tiempos aquellos en los que la poesía no era esa gran desconocida, en los que cuando se hablaba de Machado la pregunta obligada era a cual de los dos hermanos te refieres, en fin a lo que íbamos, que esa maldita canción- poema me dejó marcado, los versos susodichos fueron siempre decorado de las paredes de las casa en las que habité y razón de mi comportamiento ético e intelectual. La canción de Serrat ha ido sonando a lo largo de mi devenir en todos los reproductores de música que uno ha tenido desde el ya arcaico tocadiscos al moderno reproductor de mp3.

La libertad entendida como capacidad de elección, poder opinar y expresarse libremente y por encima de todo, de poder ejercitar esos derechos que en teoría nos iba a otorgar la nueva situación, a la que se llegó tras la natural desaparición de “paca la culona ”. Hubo otro poema de aquella época que me impresionó hondamente, se trata de “El tiburón” de Herman Hesse, que supuso el espaldarazo a lo propuesto por la canción de Serrat.

En aquellos tiempos uno era aún más tonto de lo que soy ahora y pensaba que la libertad y el respeto iban a ser para todos, pero el tiempo y alas circunstancias se ocuparían de hacerme militante de las filas del desencanto y el desengaño. La cosa empezó a pintar mal cuando en vez de llegar la ruptura y la república, lo que se planteó fue la transacción que nos llevó a la transición, es decir que los de la dictadura se quedaron lo que habían pillado y sin que se les juzgase a cambio de ceder pacíficamente el poder a los nuevos gerifaltes. Y aquí paz y después gloria. Siguieron los mismos policías, los mismos jueces y los hijos de los gobernadores civiles franquistas pasaron a ser diputados y senadores del nuevo sistema, como dijeron en el Gatopardo “que todo cambie para que todo siga igual”. Y nosotros que fuimos incapaces de juzgar a ninguno de los personajes del franquismo pretendemos dar lecciones a argentinos y chilenos de justicia aplicada a los crímenes cometidos durante la dictadura. Como iba diciendo, ahí estaba yo, reluciente profesor de instituto, pensando que podría aportar un poco de lucidez y cordura a lo que se nos venía encima., apoyando iniciativas para que los alumnos pudieran estudiar en el idioma que ellos eligieran, defendiendo los derechos de los presos y la libertad de expresión. Las cosas fueron más o menos bien hasta que se me ocurrió plantear a mis alumnos que tan reprobable era la muerte de un detenido en comisaría como el óbito de un guardia civil asesinado por ETA. Traté de explicar que situar los principios generales por encima de derechos individuales como la libertad o la vida era la mejor manera de justificar los crímenes más aberrantes y para ejemplo ya tenemos a Stalin o Hitler.

Allí acabó la luna de miel, que se vio rematada con mi argumentación de que era imposible ser de izquierdas y nacionalista, la izquierda plantea una solidaridad de clases en la que no interviene para nada el origen geográfico del individuo. Mi rostro se empezó a ver en el centro de una diana, mi nombre fue protagonista de un sin fin de panfletos distribuidos por la facultad. Mi teléfono empezó a sonar a horas intempestivas, en ocasiones colgaban nada más descolgarlo yo, otra versión era predecir un futuro nada halagüeño para mi integridad física,

Serrat y su canción era mi himno para mantenerme en pie y los versos de Hernández seguían decorando el salón de mi casa. En mi trabajo me convertí en un apestado, los “compañeros” me ignoraban, me decían que no me metiera en líos, que en boca cerrada no entran moscas y cosas así, si había alguna muestra de solidaridad esta era vergonzante, en secreto, a hurtadillas.

Mi vida personal naturalmente se fue al garete, si encuentras una pareja capaz de soportar pintadas en la puerta de tu casa, amenazas telefónicas y una iniciativa de tus vecinos para que cambies de domicilio porque según ellos eres el responsable de poner en peligro su integridad, me lo cuentas, algún amigo queda pero no es plato de buen gusto que se pongan en peligro las personas a las que más aprecias.

Como dijo alguno, toda situación terrorífica es susceptible de empeorar. En toda Guipúzcoa sólo hay un centro de bachiller en el que se puede estudiar en castellano, así que ante la solicitud de algunos alumnos inmigrantes para que los examinase en español acepté, para el gobierno vasco tan inmigrante es un rumano como uno de Huelva, en fin, que se corrió la voz y a mi me expedientaron, y es que esto de la inmersión lingüística supone olvidarse del derecho de todos los españoles a estudiar en la lengua de Cervantes o en el de la comunidad autónoma en la que residan.. Tal vez te preguntes porqué sigo sobreviviendo aquí. En primer lugar, porque todavía no se han decidido a liquidarme, después porque para la libertad sangro, lucho y pervivo y finalmente porque me resisto a ser uno más de esos 200000 vacos expulsados de su tierra por la intolerancia. Finalmente en educación me dijeron que podía elegir entre una sucesión de expedientes y traslados o una jubilación por causas sicológicas, como tengo un gran defecto y es que me gusta comer tres veces al día, opté por esta última.

Por cierto, su última gran idea fue acusarme de putero, es cierto que acudo al sexo mercenario, no por devoción si no porque ya que me obligaron a renunciar al placer del amor, ya que me niego a que nadie asuma mis riesgos, me resisto a despedirme del sexo en compañía, por eso acudo asiduamente a Ítaca, el local de Benjí. Tampoco cambio de hábitos aunque me esperen con pancartas y gritos, mientras tenga voz y pueda escribir, responderé con argumentos a los insultos y con ideas a la ideología. Al menos sigo pudiendo refugiarme en los libros y en el cine.

Una gran provocación fue montar una plataforma en defensa del español en el País Vasco y por encima de todo poner una mesa para tal fin en los aledaños del boulevard donostiarra. Insultos, golpes, la mesa destrozada y la policía que tarda 45 minutos en acudir desde una comisaría que no dista del lugar ni cinco minutos en coche, en fin es lo que hay, el gobierno vasco tendría una fácil solución para eso que se llama violencia de género, simplemente se trata de negociar y transigir con los violentos .En esta tierra la elección no es entre violencia y paz, se trata de optar entre libertad o sumisión

Hoy como todos los lunes cojo mi coche y me dispongo a dar mi paseo por el campo, un coche me sigue, lo sé porque es muy raro que dos coches tengan que dar tres vueltas completas a la misma rotonda. Me huelo lo que se avecina, es algo que venía esperando, en cierto modo, es la crónica de una muerte anunciada la cual espero afrontar con la dignidad que no tienen los que careciendo de argumentos usan la violencia. Mi mp3 servirá para dejar mis últimas palabras, “porque donde unas cuencas vacías amanezcan-ella pondrá dos piedras de futura mirada, y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan, en la carne talada.” Paro el coche y comienzo a caminar, unos pasos tras de mí resuenan en la hojarasca del otoño, enciendo mi último cigarrillo.

Emprendo la subida del monte Garro y hay un cambio en mi rutina. Acelero el ritmo y enfrento la empinada ascensión con renovada energía, es una subida con curvas cerradas, gano altura y saco los prismáticos para observar a mi perseguidor, es Mikel Olaziraga, uno de los miembros fichados de ETA. Me conozco sus nombres y sus fichas, no todo Internet va a ser pornografía. En ese momento decido que no quiero ser cordero, ni judío manso que se deja llevar al crematorio, como dijo Miguel por la libertad lucho y por ella decido vivir, diez años de realizar este recorrido hacen que te lo conozcas al dedillo. Llego hasta el lugar de mi descanso habitual, trago de agua y frutos secos, hay un precipicio y una vista impresionante del Goierri, me escondo tras una roca y espero. No tarda en aparecer, ahí está, llega resoplando y mirando a todas partes, una mano en el bolsillo de la cazadora permite observar un bulto sospechoso, le dejo que me alcance y justo cuando está a mi altura me lanzo hacia delante y le empujo. A duras penas consigo detener mi impulso para evitar ser dos los que intentamos el vuelo sin motor, le veo aletear y moverse hasta incrustarse entre las rocas del fondo del precipicio. Vuelvo a cambiar mi rutina y desciendo el monte por sendas diferentes a las habituales

Han pasado 15 días desde aquellos sucesos y he descubierto que hay vida después de la vida, vuelvo a ser profesor en un pueblito de Méjico, María y una ONG acogieron a este muerto y le devolvieron la vida y la ilusión. Soy libre y como dijo Quevedo “puedo decir lo que pienso en lugar de tener que pensar lo que digo”. Tú que me lees y me juzgas dime ¿qué hubieras hecho en mi lugar? Ahora vuelvo a ser profesor e intento inculcar a mis alumnos que libertad, respeto y responsabilidad van indisolublemente unidos. He vuelto a la vida y Serrat sigue sonado en mis oídos tan válido y vivo como antaño, yo le escucho y digo ”cada día cantas mejor”.


No quise callarme, permanecer en silencio
Elegí ser la voz de los mudos, de los que han muerto
Por negarme a ser veleta dirigida por el viento
Mi vida transcurre por los caminos del destierro

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