miércoles, 20 de febrero de 2008

7.-Oda para Zanya

Confundido, desesperado, sintiendo la traición, me encamino hacia mi triste destino, no con la esperanza de encontrar mi salvación, sino con la añoranza de perder mi identidad, débil al llegar sufro de la terrible indecisión, tu quisiste que fuera así, podría decir que tu forjaste mi ser con tus lagrimas hipócritas, mientras yo, a cada paso dado, intuía el insulso final, lleno de un fragor insípido, quizás pleno de tus ojos suplicantes mirando a un alma vacía, ya casi siento el ultimo suspiro despedirse de mi, ya han pasado eones desde que toque tu cuerpo, tuve que vivir mil vidas para entender tu mirar, mil para amarte y otras mil para volver a encontrarme con tu ser, y ahora frente a frente, los ríos de miel se han secado, las tormentas de éxtasis se han disipado, pareciera que un Dios mitológico desborda su ira en nuestro firmamento. Tu y yo, uno contra uno, dos seres invencibles, palpitantes, quizás ha llegado la hora de enfrentarte, pero casi puedo tocar mi debilidad, aún así lucho, pero esta pelea es en contra de mi propia identidad, tu ya me has vencido miles de veces, pero en esta ocasión, no contenta con derrotarme, has aniquilado nuestros recuerdos, destruiste no solo mi cuerpo sino también mi propia fe en la salvación, he obtenido mi propio némesis, pero aquí no hay héroes ni villanos, únicamente abandono, quizás allá en los olvidos las valquirias nos servirán vino a ambos, triste sentimiento, el de la desesperación por obtener la aniquilación, sin siquiera levantar tu puño me has destrozado, sin luchar, me has vencido, no me puedo resistir a tu indomable poder, tal vez antes hubiera emergido de mis derrota, pero mis alas ya no se abren, ahora pareciera que te burlas de mi, pero mi bella arlequín, con tus juegos sardónicos no incitas mi destrucción, sino solo provocas la perversión de mi alma, justo en este momento paro mi relato, porque murmuras las palabras que nunca pudiste mencionar:
-mi amor no es para ti- casi susurras.
Y yo desato mi débil y patética risa, con toda mi voluntad te arranco de mis recuerdos, me bebo cada uno de ellos, los saboreo, quizás llego a tocarlos, a contemplarte como eres realmente, una obsesión, mi trauma, mi escalera al cielo, el clímax, pero empieza el olvido, y arranca la lucha de titanes, yo con mi lanza regada con recuerdos, tu con tu desprecio, este enfrentamiento me debilita, casi caigo en el vacio de la desesperación mientras tu miras divertida mi agonía, ya no deseo tus ridículos sentimientos, ya vencido, todas las almas de la humanidad se agrupan a mi espalda, todos riendo con desprecio, me miran a hurtadillas, hablan en voz baja de mi derrota, se burlan con sus grotescas muecas de diversión, no imagino un espectáculo más humillante que este, yo vencido de rodillas y tu de pie junto a mi, sin poder darme el golpe final, y en un momento, toda la ira de los dioses emergiendo de mis ojos se concentra y se clava sobre ti, tu simplemente te aferras a tu mirada de estatua de marfil, y juntos nos perdemos dentro del ojo del huracán, convertidos en la miel que los faraones vertían dentro de la boca de los leones, ya no siento, ya no vivo ¿Cuántos milenios han pasado desde nuestra batalla? ¿Desde cuando nuestras miradas que se hallaron en combate desataron aquel pandemónium?
No te miento, aún puedo saborear el dulce aroma de tus labios, aún siento ver tu cabello mecido por las olas, como cuando te aferrabas a mi, a veces me comentabas que no dejarías que me escapara de tu vida, y yo ingenuamente te susurraba pequeñas mentiras de amor, mismas que sellaba con la promesa de un beso profundo, con toda tu sabiduría infinita mencionaste las palabras que abrieron mi alma a la verdad: -los poetas mienten demasiado- cuanta razón tuviste que hasta en tu propia amargura me contabas como sería nuestro final, aún recuerdo como me miraste con aquellos dulces ojos que tenias –ojos de gloria- a veces me atrevía a murmurar, tu tenias un halo de silencio alrededor de tus labios, supongo que disgustada por la fatalidad de la primera aparición, cual espectro me atreví a mirarte a los ojos, y supongo, que esa fue mi perdición, queriendo que fueras mía y de nadie más, suavemente me acerqué a tu rostro, deseando que no alejaras el tuyo por temor, para mi sorpresa no solo no retiraste tus labios color sangre, sino que ya con ellos enfrascados en el arte que es besar, abriste tu boca y me sumergiste en los dulces besos de tu ser, inventaste la locura y la seducción aquel funesto día, no te miento, con animo de no perderte en un mar de confusión aún puedo saborear tus besos color sangre, aún puedo observar tus ojos de gloria.
El hombre como hombre que es, no puede aceptar jamás la felicidad en su totalidad, por lo tanto recurre a aventurarse en ella, arriesgándolo todo por creerlo un bien interminable, confundiendo la razón con la utopía. Suavemente me introduzco en tu cama, y rodeo tu suave cuello rodeado de perlas cristalinas de sudor dispuesto a sorprenderte con el nuevo beso, pero en tus ojos veo los ojos de otro hombre, y no hago nada, sigo rodeando tu cuello, en este momento despiertas, me miras sorprendida, sin saber que hacer, me llamas por mi sombra -locura- sin poder hacer nada sigo mirándote a tus ojos, que incluso en la vaguedad de la vida, continúan siendo perfectos, con un beso silencioso callo las palabras que siguen a tu grito, estamos acostados, yo junto a ti, pero yo te siento muy lejos de mi cuerpo, aún así te abrazó con todas mis fuerzas y comienzo a llorar.
Justo es de decir que estamos destinados a vivir el uno sin el otro, toda la eternidad anhelándonos y despreciándonos. En el infinito pensar que es la vida, perdimos nuestra vorágine de recuerdos, hoy despierto de aquel sueño llamado vida, y entro en aquella muerte llamada amor,
Aquella noche, yo perdí demasiado, ahora me hallo sentado junto a ti, junto a tu tumba.

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