viernes, 1 de febrero de 2008

2.-Héroe

Nunca creí que pudiera nevar en Bagdad. Nieve… yo no conocía esa palabra y le pregunté a Yasser. Mi mejor amigo, mi compañero de trabajo… Sus ojos color aceituna brillaban con gozo al ver aquellas diminutas balas blancas posarse sobre el suelo. Creo que madre sintió desde su tumba como aquel frío tomaba la ciudad con mayor presteza que los invasores. Nieve… sólo podía ser una señal de Allāh enviada desde el mismo cielo de pólvora que cubre la ciudad. Una señal de que el día había llegado.
Me temblaban las piernas y el corazón me iba a mil. Por una vez en mi vida no había contado mis pensamientos a Yasser, él no lo entendería. Esa misma tarde ganaría mi entrada en el cielo. Como un héroe, como un mártir, iba a ver el rostro de horror de los invasores.
“Allāh tiene un sitio reservado para mi en el cielo y el castigo para los americanos llegará pronto. Somos nosotros, sus peones, los que debemos transmitir su ira, echarlos de la Santa Tierra… Madre sé que estarás orgullosa de mi. Nos veremos pronto, amigo Yasser.” Fue lo que escribí en un papel durante mi descanso. Dejé el mensaje en la taquilla de Yasser y, de la mía, cogí el vial de fuego. Acaricié su superficie consciente que aquel tubo contenía la furia de mi dios. Miré a la Meca y percibí que aquel era el momento. No volví a mis tareas tras el descanso, tomé mi chaleco para protegerme del frío y anduve hacia mi objetivo con los pasos de Allāh conmigo.


No sé que le pasa a Ajmer, no es el mismo. Llevo días observándole y esta nervioso. Esta mañana al ver la nieve sus ojos se han iluminado. Una llama ha prendido en ellos y no los veía así desde antes de morir su madre. Espero que no haga ninguna locura.
Es hora de ver a mi contacto y hace un buen rato que no veo a Ajmer, tengo un mal presentimiento y sólo espero que Allāh le salvaguardé de los males.
Mi contacto está allí, en la entrada trasera fumando un cigarrillo Marlboro.
- Llega tarde señor Yasser. –Me dice en su arabé plagado de incorrecciones y con un inconfundible acento americano, que no se molesta en ocultar.
- ¿Qué quiere?
- Necesito su colaboración. –Suelta el humo de su cigarro.
- Rápido.
- Tranquilo Yasser. Tenemos sospechas de que un compañero suyo está planeando cometer un atentado. Queremos que nos diga quién y que desbarate sus intenciones.
- No sé nada al respeto.
- Entonces investigue.
Lo miró unos instantes y me armó de valor, sé que no estoy en condiciones de negociar.
- Quiero algo a cambio
- Sr. Yasser, le recuerdo que usted trabaja para mi…
- Yo le encontraré, pero ustedes deben prometerme que no bombardearan más el barrio.
Tira su cigarro y lo pisa, luego me mira.
- Trato hecho Sr. Yasser, ahora póngase a trabajar, tengo demasiado frío para seguir aquí a la intemperie.

Me dirijo a la sala de las taquillas, tal vez allí pueda pensar con mayor facilidad. Mi taquilla está abierta veo dentro un papel, es de Ajmer. La nota me cae entre los dedos. No por favor, él no…
Corro desesperado sin saber a dónde; el viento gélido me corta, el corazón me va a estallar. ¿Dónde estás amigo? Llego al mercado y allí está él. Envuelto en su chaleco negro. Unos marines se dirigen hacia él. Corro desesperado. Y él se gira y me ve. Los marines están casi a su lado. No viejo amigo tú no eres así… Me muestra un tubo de color rojo, sonríe y acto seguido un mar de fuego destroza su cuerpo. La explosión arrebata la vida a quince personas, cuatro marines, tres mujeres, dos hombres y seis niños. Ajmer ya ha tenido el final que quería…
Nunca he sentido tanto dolor en un solo momento. Eras como un hermano pero te equivocaste. Y ahora, ¿qué? No creo que paren los bombardeos en el barrio, no he cumplido mi tarea y ahora ya no confiaran en mi, he sido “despedido”; los invasores tomarán represalias, tal vez violen a la pequeña Faiza como un día hicieran con mi hermana… ¿Dónde terminará esto, viejo amigo? Quizá tengamos que esperar a que, un día, Allāh nos envíe un héroe que descienda del cielo de pólvora de la ciudad.

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