domingo, 3 de febrero de 2008

4.-Por motivos desconocidos

Hice la maleta. Reuní todo lo que podía serme útil y lo intenté guardar. Nunca sabes qué te puede servir en un mundo donde no tienes cabida.
Realmente no sabía porqué lo hacía, si sería duradero, si sería para siempre… intuía que sí. Quizás nunca volvería. Quizás no quería volver.
El destino te cambia, y debes aceptarlo. La vida te moldea como arcilla blanda, que luego se seca y te rompe.
¿Estaré ya agrietado?
Me miro desde el espejo. ¿Cuánto hace que no lo hacía? He cambiado mucho.
Frente a mí ya no se yergue el joven y soñador, el viajero con destino fijo, con tren sin rumbo, tierra sin final… Ahora soy mas viejo, soy diferente.
Soy frío.
Ni me creo a mi mismo, ni a lo que me rodea. He perdido la fe, el amor y el temor. Me he perdido en un mundo de realidad y ensueño, he crecido. He muerto.
Respiro, pienso.
No todo ha cambiado. Sigo estando aquí, vivo. Mi camino es diferente, sí, tiene un final oscuro, invisible, y ya no tiene turbulencias, y aunque decido no continuar, debo hacerlo. Lo importante no es que vaya a cambiar de rumbo. Lo importante es que puedo hacerlo.
Y doy un paso mas, hacia el fin, por mi camino.
Y me pregunto, ¿Por qué seguimos? Siempre, por motivos desconocidos.

Emprendo la marcha.
Empiezo el camino del principio, o del fin, quizás de ninguno de los dos.
Será difícil de aceptar, sobre todo para ella. Al menos yo se como acabaré.
Acabaré volando sobre el cielo, sin rumbo de nuevo. Volaré sin tierra en el horizonte. Volveré a sentirme vivo, quizás por última vez.
Seré yo mismo, y renaceré o moriré en el intento.
Si el destino me es propicio conservaré lo poco que me queda, conservaré los restos del joven, los sentimientos perdidos, mi causa, mi propósito, camino o destino, el nombre me es indiferente.

Antes de partir debo despedirme, y tengo que ir a verla. Todo lo que he podido amar, todo lo que pude desear tiempo atrás, todo lo que quise, hasta que cambié, y ahora todo ha cambiado. Ella lo sabe. Es el último adiós, pero eso no cambia nada.
Mi corazón ya no late, no como solía hacerlo, como lo hacía siempre al ver sus ojos.
Mis ojos, que ya no ven como veían antes, que han muerto y sucumbido ante el tiempo, ya no responden, se pierden en los sentimientos perdidos, que quizás ni existieron.
Me besa. No sabe que es el último beso, y ni siquiera puedo dárselo tan bien como quisiera. Un beso sin amor es como un camino sin final, prefiero terminarlo yo mismo.
Nuestros ojos se vuelven a juntar por última vez en un destello.
No siento nada.
Ella lo sabe. Lo siente igual que yo. Pero ella lo intenta mientras yo huyo.
Se ha ido el amor, como aire, disuelto en nuestras vidas, por motivos desconocidos.

Teníamos un hueco en nuestro vacío corazón, e intentamos llenarlo el uno con el otro como dos piezas de un puzzle que encajaban a la perfección. Fue bien. Yo lo dejé todo por ella, ella lo dejó todo por mí. Cambiamos sin querer cambiar, y por completar una pequeña parte vacía de nuestro ser nos olvidamos del resto de nosotros mismos. Ahora ya no persiste esa fuerza que nos unía.
Se ha ido. Me he ido. Por motivos desconocidos.

Dije que si el destino me era favorable tendría todo en mente, no olvidaría nada hasta el final. Recordaría cada momento, cada sentimiento, cada beso. Pero se que no es verdad. Se que olvidaré todo. Que volveré a cambiar, que seguiré muriendo, poco a poco. Que acabaré echando de menos lo poco que tuve y buscaré de nuevo una salida.

Mi corazón ya no late, no tiene nada porqué latir. Mis ojos ya no ven como solían ver, he cambiado al fin y al cabo. Mis labios ya no besan, no tienen a nadie a quien besar.
No hay nada que me retenga en este mundo. He cambiado tanto que no se ni quien soy yo, y no tengo a nadie más con quien compartir mi camino.
Por motivos desconocidos…

No.
Es por mi.
Es por mi culpa.

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