Decían que dentro de aquella casa siempre era Navidad, que dentro vivía un señor muy gordo vestido de rojo, que los niños que entraban eran tan felices que no volvían a salir.
La niña no tuvo problemas para colarse porque la casa era muy antigua y las puertas estaban podridas. El interior se encontraba decorado como en Navidad, pero todo estaba sucio y roto. La niña bajó al sótano y vio unos bultos en una esquina. Al acercarse pudo distinguir los esqueletos de los niños.
La puerta del sótano se cerró y alguien comenzó a bajar las escaleras.
miércoles, 6 de febrero de 2008
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