viernes, 1 de febrero de 2008

FdC.-La pistola rabiosa de Jack

Para lo que él necesita hacer, tiene que librarse de aquel individuo lo más pronto posible. Así que me empuña en su diestra y yo libero a una de mis criaturas, que destroza la jeta de aquél desgraciado con un estilo inimitable. El sonido de las campanas de la iglesia cercana acalla mi grito de júbilo.

Perdón, no me he presentado, soy la pistola rabiosa de Jack. Siempre dispuesta y ansiosa. Y sí, sé escribir en un ordenador. Hice un curso de mecanografía hace unos años, en Rumanía. Por si no me salía trabajo de lo mío. 252 pulsaciones por minuto.

Antes de ser la pistola rabiosa de Jack he sido la pistola infalible de Joe, la pistola roñosa de Mack, la pistola jodedora de William –éste era un humano tarado que me utilizaba para penetrar a sus ligues, y me caía bien a pesar de no dejarme soltar a mis crías en sus entrañas-, la pistola muda de Wolfgang, y la pistola rabiosa sin más –mi propietario de aquél entonces fué un sucio mafioso italiano llamado Gambino o “El Bizco”. ¿Os imaginais? ¿La pistola rabiosa de Gambino? ¡Qué horror! ¿La pistola rabiosa de “El Bizco”? ¡Jamás!-.

Lo cierto es que con Jack me ha ido bien durante varios años, mientras resolvíamos casos sin apenas esfuerzo. Él era el mejor en su campo y yo en el mío. Pero de un tiempo para acá parece haberse vuelto gilipollas. Supongo que los humanos es lo que tienen: son débiles, blandos y piensan demasiado. Ahora prefiere sostener una botella de ginebra barata que a mí...

En fín, no me enrollo más y sigo con la historia.

Hemos llegado a la tienda del prestamista Strogonov –un viejo conocido mío- con el anochecer, y Jack ha vendido todo lo que le ha sacado al muerto. Hasta ahí todo normal, pero, de repente, justo antes de abandonar el lugar, percibo desde mi escondrijo bajo la gabardina de Jack algo extraño en el aire. Algo extraño y a la vez familiar.

Cuando un humano deja de serme útil, lo percibo. Cuando está acabado y le han abandonado las ganas de seguir luchando lo noto antes incluso de que él sepa qué es lo que le está pasando. Su forma de sacarme de la funda y su manera de empuñarme y apuntar ya no son las mismas. Entonces es cuando debo tomar la Elección. Quizás la más importante para mí. En momentos cómo éste me entra la nostalgia y repaso todos los buenos momentos pasados junto a Jack. Pero ya no bastan. Esos tiempos no volverán.

Por eso, al salir a la calle y encontrarnos frente a frente con Diablo Martínez, que se la tiene jurada a Jack desde hace un año, he hecho mi Elección. Jack, a pesar de estar desmotivado y borracho, sigue siendo el más rápido de la ciudad. Me saca y encañono a Diablo antes de que éste pueda sacar su arma. Nos miramos a los ojos. Los dos damos miedo y tenemos ganas de matar. Jack me da la órden, pero la Elección está hecha. Ninguna de mis criaturas sale para matar.

Jack cae unos segundos después y yo me siento flotar en el aire hasta que caigo rodando y reboto sobre los adoquines mojados. Quedo inmóbil junto a su rostro, que me mira con incredulidad hasta que exhala su último aliento. Ya no soy la pistola rabiosa de Jack.

*****


Asisto al entierro de Jack deseando volver a la acción. Solo estamos dos en el cementerio, bajo la lluvia llevada por el viento del Este.

Ahora soy la pistola traidora de Diablo. Que te dén por culo, Jack.

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