Salgo de casa corriendo, subo al coche y arranco. Acelero bruscamente. “¡Joder, cómo se me ha podido olvidar!” Giro a toda pastilla por García Noblejas y piso fuerte el freno, la abuela tenía que ponerse a cruzar. “Si no llego ya puedo ir tirando mi vida por el retrete”. De nuevo a toda pastilla, mis manos aprietan fuertemente el volante como si con ello intentase dar marcha atrás el tiempo y mi atención se centra en el puto informe que debía haber entregado hace media hora al capullo de mi jefe...
—¡OOOstia!— El semáforo estaba rojo...
"Deprisa, demasiado deprisa."
miércoles, 6 de febrero de 2008
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