viernes, 1 de febrero de 2008

11.- Divagaciones de un oficinista mojado



"El día había amanecido gris plomizo. Salí rápidamente a la calle. Llovía y yo había olvidado mi paraguas. ¿Qué me estaba pasando?¿Cómo había llegado a aquella situación?"
Decidí que no merecía la pena volverse a casa a por el maldito paraguas…qué más daba ya?... A esas alturas ya estaba empapado, empapado de agua, rabia y desesperación. Además, si llegaba mojado al trabajo tendría una buena excusa para escaquearme un buen rato mientras trataba de secarme en el cuarto de baño. Odiaba mi trabajo...Supongo que es algo que ya se deja entrever. Una sensación de hastío recorría mi cuerpo cada mañana cuando sonaba mi despertador…¿Por qué nunca me daba por dormir con un buen bate de béisbol debajo de la cama?… ….cualquier día lo destrozo a modo de terapia. Seguro que disfrutaré mucho viendo como termina despedazado.
Sentía náuseas cuando cerraba la puerta de casa y emprendía el camino hacía aquél maldito banco. Siempre se me revolvía el café en el estómago cuando bajaba las escaleras del portal…Bueno, por llamar café a ese sucedáneo que tomo desde que en una revisión rutinaria me detectaran la presión arterial alta; ni café, ni sal, ni emociones fuertes. Lo último no me ha sido difícil de cumplir. La emoción más intensa que he tenido últimamente creo que ha sido hace unos días cuando le miré el culo a Gladis mientras subida en una silla limpiaba la lámpara de el salón. Si .Triste y patético a partes iguales aunque aquello me proporcionó material para unas cuantos ratos de onanismo. Gladis es una chica dominicana que viene una vez en semana a limpiar. La contraté para que hiciera las tareas domésticas para las cuáles soy un negado y, por qué negarlo, bastante flojo. Esa es una de las pequeñas ventajas de vivir solo y es que puedes permitirte el lujo de tener tu casa como si hubiera pasado todo un batallón de infantería sin que nadie viniera a recriminártelo, aunque, más de una vez, he pasado algún que otro aprieto cuando he subido a alguna mujer de improviso, bueno, seguro que ya os imagináis que estoy hablando de prostitutas. No pertenezco a la categoría de hombres que pasados los cincuenta tienen sexo sin mediar dinero a cambio. Si acaso de vez en cuando alguna que otra recién separada despistada de criterio distraído y con ganas de despendolarse. La naturaleza no me ha sido generosa en el plano físico y a estas alturas de mi vida ya hago bien poco en remediarlo además cada vez me siento menos a gusto en compañía de las mujeres, creo que ya no las soporto. No soporto sus voces chillonas, su materialismo extremo y sus compras. He pasado de ser un romántico trasnochado a un cínico y creo que hasta empiezo a estar orgulloso de eso. Solo las necesito en el puro aspecto físico porque en ese aspecto todavía funciono aunque creo que pronto pasaré a formar parte de la liga pro pastillita azul.
En el plano sentimental ya hace tiempo que las olvidé como también he olvidado como se seduce a una mujer si es que alguna vez seduje a alguna, claro está, porque aún no tengo de el todo claro por qué Inés se casó conmigo. Creo que se hizo demasiadas ilusiones con mi trabajo en el banco y Quizás pensara que llegaría a algo más de lo que he llegado y tuvo que pagar sus frustraciones con mi tarjeta de crédito y acostándose con todo aquello que se le pusiera por delante para al final largarse con otro dejándome a deber todas sus caprichos: su todoterreno, su operación de nariz y todas aquellas cosas que, sin poder permitírmelo, le di a base de ir pidiendo préstamos. Huelga decir que me encuentro en bancarrota y malvivo con la parte de mi sueldo que me queda tras restarle mensualmente más de la mitad para poder ir pagando poco a poco todas mis deudas. Inés, la bella y mal nacida Inés. Nunca me puedo explicar como un ser tan bello puede esconder tanta mierda en sus entrañas. Lo que se de ella es que se volvió a casar con un dentista (esos si que ganan pasta amigos) y que tuvo un hijo. Creo que ahora vuelve a estar divorciada y vive alegremente de su pensión. Lo bueno de que se volviera a casar es que me exoneró de tener que pagarle yo la pensión. Al menos en eso salí ganando cuando me cambió por ese adonis de merengada dentadura.
Yo había estudiado económicas en la facultad con la intención de algún día poder montar mi propio negocio. Mis padres, como es normal en todos los padres, insistieron en que estudiara una carrera: que si tenía que tener algo seguro, que si luego con mi carrera iría a todas partes. Lo típico que suelen decir los padres en estos casos y que luego descubres que no tienen ni una sombra de verdad…Así que decidí que si tenía que perder mi tiempo durante cinco años de mi vida lo haría con algo que me ayudara a poder realizar mi sueño que era tener una librería especializada en libros antiguos, primeras ediciones, ediciones de coleccionista, etc...Si, se que suena a algo totalmente descabellado y con todas las papeletas para ser un fracaso pero yo en aquella época era joven y bastante pardillo, además, ¿si no luchas por tus sueños a los veinte, cuándo vas a hacerlo?
El caso es que cuando terminé la carrera entre una cosa y otra acabé trabajando para este banco hacía el cual me dirijo a trabajar ahora mismo. Ni yo mismo se como terminé trabajando aquí. La idea de la librería pronto quedó desechada en el olvido más por falta de medios económicos que por ganas he de decir, pero montar un negocio es difícil y hace 30 años no había tantas ayudas como las hay ahora, además, estaba Inés que me empujaba a conseguir un trabajo estable y seguro para poder casarnos. Casarnos…que gran error cometí casándome con ella, aunque no quiero seguir hablando de eso porque hay que saber aceptar que las rosas también tienen espinas.
En el trabajo, al principio bien, incluso me ilusioné un poco y todo. Me propuse prosperar pero poco a poco fui marchitándome detrás de aquella mesa inundada de papeles a la luz de aquella lúgubre lámpara viendo como siempre eran otros los que se llevaban los ascensos. Supongo que me faltó ambición y también un poco de actitud pelota para qué engañarnos. Yo no sirvo para eso. Ahora tengo por jefe a un niñato de treinta que me mira por encima del hombro y se permite el lujo de hacer bromas sobre mi más que incipiente calva…
Aunque quizás pronto cambie la situación y… ¿quién sabe? A lo mejor hoy es el día perfecto para ejecutar mi plan… ¡Si! Puede que hoy sea el día. No creo que lo pueda soportar mucho tiempo más.

Desde hace unos meses estoy preparando un “golpe”. Lo tengo todo estudiado y preparado. Voy a robar en el banco.
Vengo observando desde hace meses el mecanismo de entrada y salida del dinero en la caja fuerte central. El horario es siempre el mismo.
Tengo en mis taquilla guardados todos los útiles necesarios para poder llevar a cabo mi plan que es el siguiente: Cuando los agentes de seguridad entren en el banco para llevarse el dinero, yo, cerraré por dentro las puertas de las oficinas para que nadie más pueda entrar. En ese momento sacaré la pistola de mi maletín. Pegaré dos tiros al aire y cogeré de rehén a una de mis compañeras. Creo que será a Susana que es muy cerebral y seguro que no forma ningún escándalo ni se pone a llorar entorpeciéndolo todo. Le apuntaré a la cabeza, le diré al oído que no se preocupe que no le haré nada y que se esté quieta. Luego le diré a los agentes que tiren sus armas al suelo si no quieren que nadie salga herido. Seguro que lo hacen, esto no son los EEUU y le diré a alguno de los allí presentes que les aten con las cuerdas que tendré en mi cajón. Acto seguido me apropiaré del dinero y me dispondré a irme no sin antes haberle dado una buena patada en la entrepierna a mi jefe.
Para ganar tiempo también tengo preparado un botecito de éter para poder dormir a la gente evitando que llamen inmediatamente a la policía. Espero poder tener templanza para eso. Una vez en la calle soltaré a mi rehén, también le dormiré o a las malas le tendré que dar un puñetazo…Si me veo obligado a hacer esto le pondré algunos billetes en el bolsillo como medida compensatoria. Pobre Susana, creo que hasta una vez me gustó pero mi falta de confianza en mi mismo hizo que ni me lo planteara con ella. Acto seguido me subiré en mi destartalado coche emprendiendo una rápida huida. Saldré la ciudad conduciendo y llegaré a una pequeña pensión de las afueras. Pensión “La argentina” donde suelo ir con alguna prostituta cuando no tengo ganas de llevarlas a casa. La pensión es lúgubre y oscura. Allí solo suelen ir prostitutas con clientes y gente de mal vivir. Los muebles son antiguos y las cortinas y colchas tienen estampados propios de los años setenta, muy psicodélicos y de colores chillones. Los cabeceros de las camas son de latón y los muelles rechinan cada vez que hay algún movimiento más intenso de lo normal… La dueña es una mujer de avanzada edad y lleva reflejada en su cara toda la desgana y tristeza que debe imperar en su vida así que no creo que tenga ganas de meterse en jaleos y si por casualidad me descubrieran o preguntaran por mi no dirá nada además en estos sitios suele imperar la regla no escrita de el mutismo y la discreción.
Una vez allí me cambiaré de ropa. Llenaré el tanque de gasolina y me dirigiré hacía la frontera con Portugal. Una vez en Portugal embarcaré hacía algún lugar de Sudamérica. A vivir la vida que siempre he soñado. Brasil? República Dominicana?..Qué dulce disyuntiva… Todo esto con un pasaporte falso que le compré al chulo de una de las prostitutas que frecuento, Mikhail Kiriakov, un ex miembro del ejército ruso que se gana la vida prestando servicios para la Organizatsja (la mafia rusa). Su labor consistía en proteger a las prostitutas a la vez que hacía algún que otro trapicheo ocasional como el vender pasaportes falsos o alguna que otra pistola. A él fue a quién compre la pistola la cual espero no utilizar porque no se si seré capaz de emplearla contra otra persona. Yo no creo en la teoría de los daños colaterales y el ridículo que iba a hacer sería de campeonato… Valiente atracador estoy hecho yo.

Parece que ha dejado de llover y las nubes empiezan a disiparse. Estoy a escasos metros del banco. ¿Será hoy el día adecuado para llevar a cabo mi plan? ¿Lo tengo todo bien preparado?...Quizás no sea hoy el día más propicio para ello. No me encuentro con ánimos. Creo que hasta estoy incubando una gripe y para ejecutar un plan así hay que estar al máximo de fuerzas. No puedo hacer las cosas tan precipitadamente.

Otro día. Mejor otro día…

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