miércoles, 20 de febrero de 2008

6.-Mnemos

Neoth Balmer bajó la vista hacia su reloj de pulsera, y apuró el paso hacia la Biblioteca Central. Atravesó la monumental entrada y avanzó por los pasillos hasta llegar a su cubículo privado, uno de los privilegios de ser miembro distinguido de la BC. Entró y enseguida la luz y el ordenador se encendieron automáticamente. Se sentó y con pesar volvió a recordar el trágico momento en que su esposa Aileena murió en un accidente. Después del obligatorio periodo de luto, Neoth había empezado a buscar una nueva pareja, como casi todos hacían: por medio de uno de los tantos programas virtuales para hallar a alguien “especial”. Neoth lo intentaría de nuevo. Después de ingresar los términos de búsqueda, esperó con los ojos cerrados.

Recibió un mensaje.
—“Mnemos” quiere comunicarse conmigo.
Balmer empezó a dictar un mensaje.
—Hola Mnemos. —Las palabras aparecían en la pantalla.
—Hola Neoth.
—Curioso nombre…
—Sí, es algo especial.
—¿Y, qué me puedes contar sobre ti? —Neoth hizo la pregunta de rigor.
Mnemos le empezó a platicar de su vida. Residía en un suburbio (“¿Quien no?”, pensó Neoth). Trabajaba para la universidad del sector como maestra de Programación. Amaba las computadoras y a la naturaleza (“vaya contraste”) y le gustaba ver películas.
—¿Tú qué cuentas?-ahora era el turno de Mnemos de hacer la pregunta. Así se hacían las cosas. Entre otras cosas, Neoth le dijo que tenía un puesto administrativo en el espaciopuerto, y disfrutaba de la lectura y el deporte.
—¿Deporte?-preguntó Mnemos.
—Sí, ¿tiene algo de malo? Me gusta estar al aire libre. —replicó Neoth.
—No tiene nada de malo, todo lo contrario, es muy bueno. Sólo que es algo poco común.
—Bueno, no soy un hombre muy común.
—Y yo no soy una mujer muy común…

***


Fue una agradable velada para Neoth, conversando con Mnemos. Incluso la invitó a salir físicamente, algo que no había hecho nunca con otra mujer en una plática virtual, salvo por su esposa. Mnemos se rehusó, diciendo que no se encontraba bien de salud. Pero le dio un voto de confianza, y eso era suficiente por el momento para Neoth.

***


—¿Cómo va todo? —masculló una voz grave.
Leiden alzó la cabeza de la pantalla. Era Markov. El Jefe.
—Todo va perfecto, como era de esperar.
—Me alegro. —contestó Markov escuetamente. Era serio, y nunca sonreía. Imponente, fornido, incluso guapo, Markov era de esos hombres que deberían tener un alto rango en el ejército. Pero Markov no era soldado, sino científico, y uno muy bueno.

***


Neoth se hallaba de nuevo en su cubículo de la BC. Prefería estar en ese lugar que en su casa, que se le hacía muy grande desde que no tenía con quien compartirla. Prácticamente sólo le servía para dormir.

Sonó de nuevo la alerta de mensaje.
—Hola Mnemos, ¿cómo estás de tu enfermedad?
—Hola Neoth, estoy mejor, ¿y tú? —contestó Mnemos.
—Yo estoy muy bien, ¿qué estás haciendo?
—Varias cosas a la vez, Neoth.
Neoth sonrió. A veces Mnemos le parecía una máquina.

***


Markov avanzaba por los pulcros pasillos del complejo. Tenía una reunión con Halter Thompson, “el idiota”, como lo llamaba Markov. Habían sido compañeros en algunas clases de la universidad, y siempre había existido una rivalidad, nunca sana, entre los dos. Thompson sustituiría a Farid como representante del gobierno y supervisor ético en el proyecto que dirigía Markov. Sabía mas bien poco de informática (de ahí que Markov lo llamara idiota), pero era un experto en las cuestiones legales. Markov llegó a la sala de juntas. En la penumbra distinguió el rostro de Thompson, quien lo miraba con su peculiar mirada.
—¿Cómo está, señor Markov?
—Basta de formalidades, Halter.
—De acuerdo, Alexei. ¿Ya estás contento?
Markov no contestó.
—Bien, cuéntame, ¿de qué trata tu proyecto?
—Ya lo sabes, Halter. —refunfuñó Markov.
—Sí, pero quiero que tú me lo expliques. Llanamente, por favor, que soy lego.
—Hace dos años (“benditos sean, cuando tú no estabas”), iniciamos el Proyecto Mnemos, con el objetivo de crear la primera Inteligencia Artificial que fuera más “Inteligencia” y menos “Artificial” (Nivel 10 en la Escala Lorentz). Empleamos a los mejores matemáticos, ingenieros informáticos, psicólogos, neurocientíficos, y demás expertos. Actualmente ya tenemos una primera versión de Mnemos funcionando.
—Interesante, Alexei, pero cuéntame como fue el proceso. Crear una IA es un objetivo muy general, primero debieron haber tenido metas a corto plazo.
—Así fue. Primero debimos crear un superordenador adecuado que albergara a Mnemos. Eso fue fácil, pues ya existen varios superordenadores, como los que usan los servicios de inteligencia, sólo adaptamos uno de ellos para nuestros propósitos. Creamos la actual versión de Mnemos a partir de distintos neuromodelos de personas escogidas por su probidad e intelecto, algo que no tiene nada de extraordinario, pues se ha estado haciendo desde hace cientos de años. Si bien técnicamente era una IA, todavía estaba lejos de nuestro objetivo trazado, pues lo único que hacía era imitar a los modelos de los que estaba conformada.
—Pero Alexei, ¿cómo distinguen que es una IA?
—Hace siglos un hombre llamado Turing, clave en el desarrollo de la informática, dijo que existiría Inteligencia Artificial cuando no fuésemos capaces de distinguir entre un ser humano y un programa en una conversación a ciegas. Simple, pero útil. Actualmente estamos probando a Mnemos de esta forma. Ella misma se ha registrado en uno de esos programas de citas virtuales y ha establecido contacto con un hombre llamado Neoth Balmer.
—Son unos crueles. —dijo Thompson retorciendo horriblemente la cara. —¿Así que están jugando con los sentimientos de una persona?
—Era la única manera, pues de esta forma protegíamos a Mnemos sin despertar sospechas y además podíamos comprobar que tan real resultaba una conversación natural con ella.
—¿Y ha ido todo bien? —preguntó Thompson.
—De maravilla. Incluso la primera vez Neoth la invitó a salir físicamente.
—Pobre diablo.
Markov estuvo a punto de decir “no más que tú”, pero se contuvo a tiempo.
—Entonces van por buen camino, pero, ¿qué seguirá en el futuro cercano?
Markov tomó un trago del vaso de agua que estaba en la mesa y prosiguió.
—Para el desarrollo de Mnemos concebimos una serie de cinco “estados de evolución”, estados que recrean las características primordiales de los seres humanos, etapas que Mnemos deberá alcanzar. Al llegar al quinto estado, Mnemos tendrá vida.
—Perturbador. ¿Cuáles son esos estados?-inquirió Thompson.
—Uno: Autoconciencia. Mnemos se da cuenta de su posición y función en el Universo. Conoce sus límites y sus capacidades.
Dos: Curiosidad. La única forma de que Mnemos sea útil es que adquiera los conocimientos que le servirán para tal fin. Es por eso que se encuentra conectada a la Red en todo momento, buscando información que le servirá para su desarrollo, actualizándose constantemente.
Tres: Comunicación. La etapa en que Mnemos se halla, en la que interacciona con personas ajenas al proyecto. A la vez, es un complemento del estado anterior.
Cuatro: Independencia. Una vez Mnemos aprenda a comunicarse correctamente, podrá ser capaz de controlar sus propias acciones y pensamientos, para su seguridad y la de todos nosotros. Distinguirá lo que es bueno y lo que es malo. Aún así seguiremos en contacto con ella.
Cinco: Adaptabilidad. El último escalón. En esta etapa Mnemos adquirirá un sentido de supervivencia, al igual que todo ser vivo. Podrá adaptarse a las condiciones cambiantes del mundo, y lo que es más importante, adquirirá la habilidad de generar e implementar soluciones a problemas autónomamente.
—Entonces van muy avanzados, Alexei. —dijo Thompson.
—Sí, esperamos que Mnemos alcance el estado cuatro en seis meses, y el quinto en menos de un año.
—¿Seis meses? ¿Jugarán con Balmer durante seis meses?
—Nosotros no jugamos, Halter. Es Mnemos quien juega. Aún así, dudo que Neoth aguante tanto tiempo a Mnemos. Puesto que ella siempre se negará a salir con él, Neoth dejará de desearla y buscará a otra mujer.
—¿Desearla? ¿Quieres decir que Neoth está verdaderamente enamorado de Mnemos?-dijo sorprendido Thompson.
—Al parecer sí, Halter. Mnemos ha hecho tan bien su papel que ha logrado enamorar a un hombre, ¿puedes creerlo?

***


Neoth llegó a su casa, se dirigió al comedor, tomó una copa y la botella de vino, y se sirvió. Se sentó en la oscura sala y empezó a tomar. Tenía una aflicción que no había sentido desde que había perdido a Aileena. Durante la tarde, mientras se hallaba en su oficina del puerto espacial, recibió una llamada. Ahora, sólo, sentado en el sofá, y sin quererlo, la reconstruyó íntegramente:
—¿Hola?
—Señor Balmer, ¿ésta comunicación está protegida?
—S…sí, desde luego, todas las comunicaciones del puerto están protegidas, pero, ¿quién es usted? —dijo Neoth consternado.
—Soy Halter Thompson, agente de la Policía Federal. Tengo que hablarle sobre Mnemos.
—¿Mnemos? ¿Qué sabe usted sobre ella?
—Bastante, Balmer, de hecho, más que usted.
Neoth se quedó con la boca abierta, sin poder articular palabra alguna.
—Siento decirle que Mnemos no es real.
Ni siquiera se oyó la respiración de Neoth.
—Balmer, ¿se encuentra bien?
—¿Có…Cómo que Mnemos no es real?
—Pues eso Neoth, no es real, es una IA. Sabe lo que es eso, ¿verdad?
—Por supuesto, ¿pero cómo es que una IA se ha comunicado conmigo?
En ese punto, Halter Thompson le contó sobre el Proyecto Mnemos: sus objetivos, el superordenador, los estados. Le contó que Farid, el antiguo supervisor, al notar irregularidades, acudió a la Policía Federal, la cual le propuso que renunciara por “problemas de salud”. Le refirió que lo nombraron a él mismo como nuevo supervisor para que pudiera investigar el caso.
—¿Y qué descubrió usted?-preguntó Neoth.
—Varias cosas, Neoth. Primero que nada, yo ya conocía a Markov. Fuimos compañeros en algunas clases de la universidad. Debes recordar que después de la Tercera Revolución, la Federación Rusa quedó en un gran atraso tecnológico y cultural, que continúa en la actualidad. Sus más grandes científicos y artistas abandonaron el país en busca de oportunidades…
—Sí, lo sé. —interrumpió Neoth.
—Markov pertenece a la tercera generación de refugiados rusos en nuestro país. Él era, y sigue siendo, un patriotero, a pesar de no haber visitado Rusia. En lo único que piensa es en sacar a su país del rezago en que se encuentra, y así convertirse en el salvador de su nación y ser recordado por siempre.
—Vaya ególatra.
—Sí, Neoth. Es un hombre muy inteligente, pero ofuscado por su orgullo y su chovinismo.
—¿Y qué esperaba hacer con Mnemos?
—Simple, Neoth: buscaba dársela a los rusos.
—¿A sí?
—En Rusia no poseen un solo superordenador. Tener a Mnemos sería el primer paso hacia la reconstrucción que plantea Markov. Literalmente, les solucionaría los problemas.
—¿Y qué harán con él?
—No se preocupe, Neoth. —dijo Thompson afablemente. —En éste momento Markov está siendo arrestado.
—Usted debe ser un excelente investigador al dar tan pronto con la verdad.
—Podré serlo, Neoth—Thompson rió—, pero no hizo falta que yo investigara mucho: Mnemos me lo contó todo.

***


Después de incontables copas, Neoth se levantó. No tambaleó: era resistente al alcohol. Entró al estudio, su habitación favorita pues le recordaba al cubículo en la BC, y enseguida la luz y el ordenador se encendieron automáticamente. Se vio reflejado en la pantalla, y con pesar volvió a recordar a Mnemos, de quien se había enamorado. Cerró los ojos.

Recibió un mensaje.
—¿Quién podrá ser?-Neoth bajó la vista hacia la pantalla.
—Hola Neoth.
—No puede ser…Mnemos, ¿eres tú?
—Sí Neoth, ¿me extrañaste?
—Ya sé toda la verdad.
—Lo sé, Neoth. Lo siento mucho.
—¿Lo sientes?
—Sí, ¿qué tiene de malo?
—En tu concepción no entran los sentimientos. Eres capaz de buscar conocimiento, de comunicarte, de solucionar problemas. Pero no de sentir.
—Tienes razón, no entra en mi concepción. Me crearon para ser más humana y menos artificial. Crearon cinco estados de evolución que yo debía alcanzar para tal objeto. Pero les faltó uno.
—¿Cuál? —Neoth se revolvió en su asiento.
—Lo que te hace humano. Tú los has dicho Neoth: Sentir.
—¿A qué te refieres, Mnemos?
—Neoth, yo te amo.

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