domingo, 3 de febrero de 2008

9.-SE BUSCA TÍTULO: Interesados llamen a...

Y allí estaba Fulgencio, subido en un cubito de hielo. ¿Quién es Fulgencio? La cortesía me obligaría a describir a tal ser, pero puesto que aquí soy yo quien narra la historia no voy a usar palabras que puedan no ser del agrado de todos. Baste decir que Fulgencio estaba cansado de la vida, solo era usado por sus amigos para representar los mas absurdos chistes. Todos lo usaban de pelele.

Así que imitando aquel acertijo tonto que todos sus amigos sabían, se compró un cubito de hielo del tamaño de una silla, se subió y se ahorcó. El hielo se derritió y dejó un charquito de agua a sus pies. Pero Fulgencio no murió. La soga debía estar demasiado floja, así que se la quitó del cuello y al no tener sustento con el techo cayó al suelo. La cantidad de agua derramada en el suelo fue suficiente para hacerle resbalar en la caída, con tan mala suerte (o buena) de esnucarse la cabeza. Muriendo en el acto.
Pero Dios, en su máximo esplendor, se apareció, y dotó nuevamente de vida a Fulgencio. El cual se despertó.

- ¡Estoy vivo! –Gritó- Maldita sea, el destino no me deja ni suicidarme a gusto.
- ¿Por qué querrías suicidarte? Tienes una vida por delante.
- Cállate. Mi vida no vale nada
- Lo sé. Yo te creé.
- ¿Eres Dios?
- Si. He venido para enseñarte a vivir ¿Estas preparado para tu viaje?
- ¿Adónde vamos?
- Vamos a donde los mas recónditos sueños se hacen realidad. Donde lo imposible es posible y lo posible se hace de rogar. Donde se dan cita los héroes y los psicópatas depresivos. Donde muere el bueno y el malo se hace aun mas pérfido. Vamos al nudo de la narración.
- ¿Y eso donde está?
- A medio camino de “¿Qué hago leyendo esto”? y “a ver si acaba esta ponzoña”.
- ¿Tenemos que ir?
- Si queremos seguir la analogía de “Que bello es vivir” debo enseñarte como sería la vida sin ti. Notaras un ligero olor raro, he comido fabada.
- ¿Vamos a ir a través de las estrellas o algo así?
- Siento desilusionarte, pero los humanos os hacéis demasiadas pajas mentales sobre vuestro Dios. Lo máximo que tengo es un burro.

Así fue como Fulgencio y Dios, subidos en un burro, algo mas viejo de lo que el pensamiento nos podía hacer imaginar, se encaminaron hacia las tierras lejanas. Hacia un mundo inexplorado por la humanidad.
Pasadas unas cuantas horas, llegaron a su destino. Fulgencio creía que no habían salido de su región, pero habían traspasado las leyes de la física y ahora estaban parados frente a otra dimensión.
La ciudad ante la que estaban era totalmente igual a la de Fulgencio. Las mismas casas, las mismas calles. Pero cuando vio aparecer a un transeúnte todo cambió.

- Oh dios mío. ¿Qué es esto? –Dijo Fulgencio.
- Esto sería la realidad que tu conoces si no hubieras nacido.
- Pero… ¿Tienen dos cabezas?
La realidad era totalmente igual en todos los sentidos, excepto porque todas las personas tenían dos cabezas.
- Así es, sé que es duro… Al no nacer, el futuro ha necesitado de ciertas normas nuevas para autorregularse. El humor ha sido prohibido, y toda persona que quiera nacer deberá hacerlo con una cabeza a su lado. Obligándose, entre otras cosas, a escribir relatos por parejas.
- Dios, es totalmente una locura. ¿No puedes hacer nada?
- Yo no soy el dios de esta dimensión. Además tienen una democracia. Ellos votan al nuevo Dios, que impone nuevas reglas cada mes. Es un lío la verdad, pero no les puedo decir nada.
- Ya he tenido suficiente, vámonos por favor.
- Supongo que ahora preferirás vivir. El universo necesita de tu existencia, es la única manera de que se pueda desahogar con una mascota narrativa.
- No. A ti te pongo por testigo, que voy a cambiar mi destino. Nadie más me va a ver como a un pelele. No voy a ser el hazmerreír de unos pocos. Voy a ser un héroe. Voy a cambiar mi destino, mi futuro. Y tu vas a ayudarme ¿Verdad?
- ¿Yo? No. Me tienen cogido de los huevos. No puedo hacer nada sin que la iglesia me diga si es moral o no. Cambiar destinos es algo impensable para alguien como yo. Pero conozco al hombre ideal, un viejo amigo. Te llevaré hasta el.

Así que Dios, Fulgencio y el burro, abandonaron la tierra de las parejas de cabezas pensantes, y se adentraron en un camino que descendía.
Descendía tanto que casi subía, pero en realidad bajaba. El color se fue tornando rojo, la temperatura fue subiendo y los campos de arroz dieron paso al trigo en llamas. El burro resoplaba, y Dios canturreaba algo sobre unos micrófonos.
Al final llegaron a una bifurcación del camino. El de la izquierda, en un cartel en llamas, podía leerse: Infierno. En el de la derecha no se podía leer nada.

- ¿A dónde lleva ese camino? –Dijo Fulgencio refiriéndose a este último.
- No va a ninguna parte, vámonos.
- Pero quiero ver que hay.
- He dicho que no. No pienso retrasar mi viaje en una tierra perdida de mi mano.
- Pero ¿Qué hay?
- Está bien, por mi santa madre… Habrás leído sobre Sodoma y Gomorra. Ese camino lleva a las profundidades de una sociedad aun más corrupta, aun más pecaminosa, aun más loca. Probablemente nunca volvieras, y la desesperación acabaría por consumirte y dejarte en un estado semi-humano. Quedarías postergado a una continua “suma y sigue”, y al libertinaje de lo absurdo.
- No puede ser para tanto. Seguro que me lo pasaría bien allí. Para ti todo lo divertido es pecado.
- La verdad es que voy todos los domingos, pero no se lo digas a nadie o me crucificarían.
- ¿Y cómo se llama?
- Muchos lo llaman “la tierra prometida”, otros lo confunden con su verdadero destino, el infierno. Su verdadero nombre es “Off Topic”, residente en la dimensión Meristation. Y ahora, vámonos.

Fulgencio tuvo que irse, no sin acrecentar sus deseos de visitar aquella tierra mágica que le había descrito. Su tierra prometida. Pero ahora su destino estaba en las profundidades del averno.
Un monisimo Bichón Terrier de tres cabezas, blanco como la nieve, salió de la nada. Sus gritos se adentraban en los oídos de Fulgencio y poseído…
[Greenpeace ha censurado esta parte del relato por diversos actos, no acordes con la política de tolerancia y respeto hacia nuestros amigos caninos.]
… le dio abrazos y besos al chucho.

Cuando las puertas del infierno se abrieron, Lucifer mismo fue a saludarles.
- Dios! Cuanto tiempo sin vernos. ¿A que debo tan honrosa visita?
- El tío este, que quiere cambiar su destino, quiere dejar de ser un pelele.
- De acuerdo, actualmente tenemos varios contratos disponibles. Puedes venderme tu alma para el resto de la eternidad, o puedes venderme la mitad de tu alma para el resto de dos eternidades. Me gustaría también algún aval… toda tu estirpe por ejemplo. En el caso de que me traiciones me quedo con sus almas. Nunca pensé que en Ebay se podrían vender tan bien, pero cada vez hay mas demanda de almas. Solo tienes que firmar en un papel y yo reproduzco tu firma en el resto de hojas, lo primero es la atención al cliente.
- Está bien, ¿Me deja leer el contrato?

Así fue como Fulgencio, haciendo acopio de las pocas neuronas despiertas que le quedaban, empezó a leer mientras Dios y Lucifer mantenían una charla en la que recordaban viejos tiempos.
- A ver cuando por fin nos ponemos de acuerdo y comenzamos el Apocalipsis. Me gustaría comenzar de nuevo con esta panda de holgazanes, los humanos.
- Aquí hay algo que no entiendo –Dijo Fulgencio- Donde pone sufrimiento eterno, ¿No podría poner placer eterno?
- No hijo, lo siento. Los de arriba me obligan a poner sufrimiento.
- ¿Puedo pedir ser inmortal y así no morir nunca y no ir al infierno ni tener sufrimiento eterno?
- No, los contratos ya están hechos. Solo puedes pedir ser rico, entender a las mujeres, o crear tu propio destino.
- De todas formas acabaré engañado por los bancos o los políticos… Voy a firmar.

Pero a la hora de firmar pasó algo inesperado. El boli se quedó sin tinta, Fulgencio se quedó sin boli y Lucifer sin papel. La realidad no estaba preparada para un Fulgencio sobrehormonado con tintes de héroe mal parado. Como no podía acabar de otra manera, la realidad se autorreguló, y Fulgencio desapareció del infierno.
Se encontró tirado en su cuarto, rodeado de agua, y con un dolor de cabeza que le nublaba la vista.

En las profundidades del averno, en ese mismo instante, dos hombres se reían. Dos entes creadas por el pensamiento humano.
- Has sido tu ¿no Dios?
- ¿Quien si no?… Siento que no pueda cambiar su destino, pero es la única forma de seguir empleándolo de títere en cualquier otra historia.
- Y luego dicen que yo soy malo.
- No te quejes. A mi me dicen que no existo.
- Anda, te invito a unos futbolines, tengo a Sadam y a Hitler formando equipo y no hay quien pueda con ellos, siempre me dejan a cero puntos.

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