domingo, 3 de febrero de 2008

13.-¿Puedes oírme?

Ya ha amanecido. Me lo dice la leve claridad que se filtra a través de mis párpados cerrados.
Este es uno de los mejores momentos del día. Cuando el sopor nocturno aún no ha desaparecido y la resaca no ha tenido ocasión de aflorar es cuando puedo verte.
Estás ahí, a mi lado, levemente acurrucada, con uno de tus rizos cruzándote la mejilla. Se me escapa un suspiro cuya fuerza mueve ligeramente el tirabuzón, rozando este tu nariz y haciéndote estremecer. Me encanta esa expresión de fingida incomodidad que pones, sin ni siquiera abrir los ojos, pretendiendo que aún sigues dormida, pero esa sonrisa maliciosa delata que sabes que estoy despierto y que se que tú también lo estás.
Intento mantener esa imagen en mi cabeza, grabar a fuego tu boca, tu nariz, tus ojos en mi retina, pero no puedo permanecer con los ojos cerrados eternamente.
Aprieto tan fuerte mis párpados que cuando los abro no veo más que una mancha blanca en la que se perfila tu silueta. Intento mantener esa imagen pero en cuanto mis pupilas se acostumbran a la luminosidad reinante desapareces.
Tengo la boca pastosa; sin duda anoche bebí demasiado.
Cuando me miro en el espejo siempre me asaltan las mismas dudas: ¿soy yo ese despojo humano cuyo cruel reflejo me mira burlonamente desde el otro lado?, ¿son esas ojeras las de un ser vivo o las de un cadáver?
De hecho se me antoja que llevo muerto mucho tiempo y solo el leve olor a vómito de la habitación me recuerda que si aún puedo sentirlo es que me queda algo de vida, por llamarla de algún modo.
Cuando alzo la vista del espejo veo la placa que yo mismo tallé: <>. La que yo te regalé ponía “te quiero” en lugar de “bebo”, pero en mi situación actual le veo mucho más sentido a mi leve alteración.
¡Si pudieras oírme!, si tan solo pudieras responderme acabaría con esta maldita vida de una vez por todas, para bien o para mal.
No puedo continuar así pero no veo la forma de escapar de este círculo vicioso. Desde que me levanto hasta que me acuesto veo tu rostro, e incluso cuando me refugio en mi odiado – a la vez que necesitado, paradójicamente – alcohol no puedo evitar sentir tu decepcionada mirada a través de la vaporosa bruma que me envuelve.
Quiero vivir, quiero disfrutar, quiero amar... pero no me veo capaz; tu recuerdo es demasiado intenso, demasiado real, demasiado presente, aunque no puedo menos que reconocer que todo es por mi culpa.
Soy como ese anciano que, impotente ante el paso del tiempo, se ancla en lo que ya no puede hacer y se afana día tras día en añorarlo, impidiendo ver su nuevo horizonte.
Ya ha pasado la época en la que daba consejos a mis amigos de cómo superar un desengaño. Mis antaño buenos consejos me resultan ahora sin sentido, absurdos, impracticables.
¿Hay vida después del amor? De la respuesta a esta cuestión depende mi futuro.
Ayer, en la cima de mi desesperación, me dediqué a vagabundear por los suburbios.
Había pasado toda la noche bebiendo en un garito de mala muerte en las afueras y cuando me quise dar cuenta estaba en un callejón húmedo y nauseabundo en compañía de un individuo que me tendía algo envuelto en papel de periódico. Era la sección de necrológicas luego lo tomé como una señal.
Cuando regresé y lo abrí descubrí lo que mi subconsciente había tratado de ocultar: un revolver de 6 disparos.
Aún tuve el ánimo de reprocharme el derroche pues con uno habría bastado.
Heme aquí ahora, con el frío cañón en mi sien derecha y pensando en el mejor sitio para que la sangre no salpique la alfombra que mi madre nos regaló el año pasado.
Y está el tema del ruido. El estruendo sin duda llamará la atención y no quiero curiosos a mi alrededor en los últimos instantes de esta mi vida sin ti.
Creo que la mejor opción es encender la radio y que su sonido amortigüe el disparo.
Al encenderla la letra de una canción ya empezada me desconcierta; parece como si me taladrara el cerebro y esta acción, en principio destructiva, liberara un coágulo que nublaba mi pensamiento...
<>(*)
.
.
.
Sí, te he entendido. Debo intentarlo, te lo debo.
Creo que ya es hora de salir de este trance…

(*)Traducción levemente adaptada: <>

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