domingo, 3 de febrero de 2008

6.-La fondue azul

Y allí estaba Fulgencio, observando a su amigo Cantaneitor en el suelo, la verdad que ya estaba empezando a oler mal, debería hacer algo con él, no estaba muy seguro de cómo se les había ocurrido que introducirle a su ratón brandito por el culo podía ser divertido, pero no lo había sido, y el modo de tratar de sacárselo mucho menos, la fondue que les había regalado su madre totalmente desperdiciada y encima había un olor a pelo quemado que inundaba toda la habitación así que Fulgencio decidió salir un rato de casa.
Sus ratos de ocio no variaban mucho pues no tenía amigos, solo uno y ahora se encontraba muerto en el suelo de su piso con cuatro pinchos de fondue atravesándole el trasero, así que como hacía habitualmente se dirigió hacia el barrio de las prostitutas, suelen decir que todos los tontos tienen suerte así que era lógico que a Fulgencio le hubieran tocado los Euromillones, y lo utilizaba para tener todas las putas que le apetecían. Se acerco a Lucia, su predilecta, con esos bonitos ojos azules, el pelo más azul aun y un precioso traje azul, la sobredosis de viagra realmente comenzaba a afectarle.
El abuso de todo tipo de drogas habían hecho que tuviera ciertos problemas de erección por lo que comenzó a comprar viagra de contrabando por internet, pero como era un hombre sin medida las tomaba continuamente y tener a todas horas un bulto en el pantalón es un poco molesto, sobre todo para andar por la calle, así que después de la tercera denuncia por acoso y la segunda por escándalo público decidió comenzar a tomar relajantes musculares para mitigar un poco la acción de la pastillitas azules, pero esto hacía que tuviera que doblar su dosis cada vez que quería visitar a una de sus diosas del amor que era como él llamaba a las prostitutas. La mezcla de tantas pastillas con el alcohol y el resto de las drogas había hecho que el estomago de Fulgencio estuviera destrozado por lo que se pasaba una buena parte del día sentado en el baño, lo cual le comenzaba a preocupar, principalmente por que le quitaba tiempo para follar y drogarse, así que había comenzado a apuntar en una libreta el color y el olor de cada una de sus deposiciones para contárselo al médico la próxima vez que fuera, aunque llevaba varios años sin hacerlo, de hecho ni siquiera recordaba donde se encontraba el ambulatorio.
Dia 23: mal olor, color azul (maldita viagra)
Tres minutos después salió de la habitación, lo bueno si breve dos veces bueno se decía siempre, Lucia le insultaba desde la puerta, pero no había podido aguantarlo y lo había soltado, no iba a dejar que un retortijón en el estomago le estropeara el polvo, tampoco era para ponerse así por un simple pedo.
Mientras volvía a casa se tomo otro par de sus golosinas azules por si por la tarde le volvía a apetecer fiesta. Cuando llegó se sentó en el sofá a fumar hierba, comer doritos y beber whisky Dyc, su dieta diaria, mientras veía algún programa de corazón de los que tanto le gustaban, no fue hasta tres horas después que se dio cuenta que el cuerpo de Cantaneitor ya no se encontraba ahí.
Cuando abrió la puerta de la habitación se encontró a su compañero de piso con los ojos enrojecidos y la boca llena de sangre y de restos de lo que antes era su perro, que otra cosa podía esperar de un friki de las películas de zombis si no que se convirtiera en uno.
Mientras corría por la calle Fulgencio se cagaba en la puta madre de George A Romero pues se suponía que los zombis no corrían.
Cuando por fin consiguió dar esquinazo a Cantazombi se acercó corriendo a un grupo de chavales para pedir ayuda que le recibieron al grito de pervertido degenerado y le dieron una buena paliza, tras la mala experiencia se acerco a una mujer para preguntarla por la comisaria y después de un par de bofetadas y una patada en la entrepierna se dio cuenta de que había olvidado tomar los relajantes musculares y tenía una erección de caballo.
A pesar de todo logró llegar a la comisaría despistando al zombi.
Cuando el policía vio llegar a un tipo lleno de magulladuras, el aliento apestando a alcohol y claros síntomas de estar bajo sustancias alucinógenas la impresión que tenía sobre él no era muy buena y cuando comenzó a contarle la historia de su amigo que se había convertido en zombi tras ser empalado por un instrumento de cocina la cosa no mejoro, pese a todo como el policía había terminado su sudoku del día decidió acompañarle a casa, además tenía curiosidad por saber por que no sacaba las manos de los bolsillos, pero en cuanto llegaron y vio la mesa llena de diversas drogas y los restos de un perro por toda la habitación le detuvo por maltrato animal y posesión ilegal de drogas.
El juicio que debía ser por un delito menor acabó con los guardias llevando a Fulgencio a la prisión, hubo dos motivos por los que el asunto se torció, el primero eran sus antecedentes penales y el segundo fue que como no le gustaba el modo en que le hablaba el juez se levantó y le dio dos hostias.
A pesar de todo el paso de Fulgencio por la cárcel no fue tan malo como él pensaba, dentro podía conseguir todas las drogas que quisiera, y su compañero de celda, Lucio, también tenía una bonita mata de pelo azul (esto empezaba a ser preocupante), pero en el pecho.
Tras recorrer la prisión varias veces había trazado un plan de huida y como había visto algunos capítulos de Prision Break estaba seguro de que podría llevarlo a cabo, el único problema que tenía es que cada vez que se duchaba se le borraba el plano de la cárcel que se había pintado con rotring en el pecho.
Fulgencio nunca había controlado muy bien el tiempo y como se pasó la mayor parte del tiempo colocado y tampoco se había enterado de lo larga que era su condena antes de darle tiempo a poner en marcha su plan ya le habían soltado.
Al salir volvió a casa y se encontró de nuevo a Cantazombi, tras pensarlo por un instante (no más de dos segundos pues si no empezaba a dolerle la cabeza) dejo que le pegara un bocado, pues no tenía ningún amigo más y prefería ser zombi con él que quedarse solo, había visto en las películas que si te muerden te conviertes en uno de ellos, pero a la cuarta dentellada estaba ya hasta los cojones de tanto mordisco y no notaba que se convirtiera en zombi por lo que cogió el cuchillo jamonero de la cocina y le corto la cabeza a cuchillazos. Al caer el cuerpo contra el suelo brandito salió corriendo por la tráquea, Fulgencio pensó en lo listo que era el jodido ratoncito y en como coño habría sobrevivido durante tanto tiempo ahí dentro, pero como ya le empezaba a doler la cabeza, se fue al sillón a ver “Aquí hay tomate” y pensó que tendría que comprar otra fondue.

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