domingo, 3 de febrero de 2008

FdC.-Historia de un hombre de realmente muchísima importancia y su berlina de lujo

La berlina de lujo saluda a su dueño encendiendo los intermitentes cuando él se acerca. El dueño le devuelve el saludo:

-Hola, berlina de lujo. -dice- ¿Cómo estás hoy?

La berlina de lujo responde con un clac que le invita a entrar. El dueño, que se llama Sr. Dueño de la Berlina de Lujo, encuentra excitante el sonido y guiña el ojo a la berlina. Ella le devuelve el guiño encendiendo una luz interior cuando el Sr. Dueño de la Berlina de Lujo abre la puerta y entra.

Luego, el Sr. Dueño de la Berlina de Lujo acaricia el volante de cuero, introduce sensualmente la llave en la ranura, hace contacto y dice:

-¿Qué, berlina de lujo, corazón mío, nos vamos?

La berlina de lujo asiente con un rugido, y los dos salen del garaje de la finca del Sr. Dueño de la Berlina de Lujo, cuyo nombre completo es Sr. Dueño de la Berlina de Lujo y de la Finca en las Afueras de la Capital, y que, para abreviar, se hace llamar Sr. Dueño.

El Sr. Dueño y la berlina de lujo atraviesan una serie de calles sin importancia en las que viven personas sin importancia que llevan vidas sin importancia. Después, atraviesan las calles de mínima importancia, las calles de relativa importancia y las calles de cierta importancia, hasta que finalmente llegan a la Gran Calle de Realmente Muchísima Importancia, donde el Sr. Dueño puede conversar con su berlina de lujo sin que gente de ninguna, mínima, relativa o cierta importancia lo tome por loco.

Cuando el Sr. Dueño y su berlina de lujo se cruzan con el Sr. Amo de un Deportivo Descapotable y su deportivo descapotable, suenan dos bocinas que parecen decir "Hola, te he reconocido. Hasta luego.", pero que realmente dicen "¿Qué te parece mi auto, imbécil? ¿Mejor que el tuyo, eh?". El Sr. Dueño y el Sr. Amo se sonríen mutuamente como si hubieran oído la primera frase, a pesar de que han oído la segunda y saben que el otro también ha oído la segunda.

El Sr. Dueño, que tiene el 99% de las acciones de la Gran Empresa de Realmente Muchísima Importancia, se separa de la berlina de lujo durante unos minutos en los que sube al Gran Edificio, charla con un subalterno de cierta importancia, despide a tres individuos sin ninguna importancia y a uno de mínima importancia, y recoge de la mesa de su despacho la tarjeta del Gran Restaurante donde se reunirá con el Sr. Propietario, que tiene el 99% de las acciones de Otra Gran Empresa de Realmente Muchísima Importancia.

El Sr. Dueño vuelve junto a su berlina de lujo, le dice que irán a un Gran Restaurante donde se reunirá con el Sr. Propietario y se disculpa por haberla hecho esperar. La berlina de lujo ruge que no importa, que lo realmente importante es estar juntos, como al principio, y le recuerda cuando se conocieron, cuando el Sr. Dueño la vio expuesta en el Gran Concesionario de berlinas de lujo y se enamoró al instante de ella, y cuando el vendedor, un hombre de cierta importancia, le dijo "¿quiere usted a esta berlina de lujo como coche?", y él dijo, "sí, sí quiero". Y no hizo falta preguntarle nada a la berlina, porque el bramido de placer que dio mientras el Sr. Dueño deslizaba la llave de contacto por primera vez fue más que elocuente.

Cuando con el habla del motor la berlina de lujo termina de recordarle todo esto al Sr. Dueño, él se da cuenta de que es su segundo aniversario. La berlina de lujo le ruge que ya era hora, que llevaba todo el santo día esperando que la felicitara o dijera algo. El Sr. Dueño se disculpa cariñosamente y se hace abrazar por el cinturón de seguridad justo en el momento en que entran en la Gran Autopista de la Costa, que conduce al Gran Restaurante. La berlina de lujo ruge que ahora no intente ser amable y que se deje de carantoñas, y luego añade, exacerbada, que ya está bien, que después de 25000 kilómetros juntos lo mínimo que se merece es que él se acuerde de esta fecha, que es un día muy especial para los dos, que parece que no le importa nada y que a ver si se cree que ella es una cualquiera. El Sr. Dueño le responde que no es para ponerse así, que a él no le grita nadie y que haga el favor de calmarse. La berlina, que el que ha de calmarse es él, que se le ve nervioso y que hay otra, verdad. El Sr. Dueño que no, la berlina que seguro que sí, el Sr. Dueño que se lo jura, la berlina que a ver si se cree que es tonta, que hace tiempo que lo sospecha y que más vale que al menos le diga la verdad, el Sr. Dueño que lo deje tranquilo, que ahora tiene una comida de negocios de realmente muchísima importancia y que ya hablarán de esto en otro momento, la berlina que ni hablar, que de esto hablan ahora mismo y aquí, el Sr. Dueño que es una neurótica y que lo está cabreando, la berlina que se lo diga de una vez, que confiese, el Sr. Dueño que basta ya, que o se calla o, o..., la berlina que venga, o qué, o qué, el Sr. Dueño que o la vende igual que a las otras, ella que qué otras, él que las de antes que ella, que a ver si se creía que era la primera, ella que es un hijo de puta, él que se joda, que en la carretera no vale nada, y que sí, ha estado con otras, de alquiler, cuando ha ido de viaje, ella que se vaya a la mierda, hijo de puta, hijo de puta, que se vaya a la mierda, cabrón, impotente, él que le den, que no quiere saber nada más de ella, y ella que llora, llora líquido de frenos mientras entran en una curva a 150 por hora.

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