miércoles, 6 de febrero de 2008

8.-Navidades calientes

Y allí estaba, hincada de rodillas en esa cálida alfombra persa, delante de su esposo. Se suponía que éste debería haber muerto hace un par de años y que toda su fortuna pasaría a manos de ella. Pero uno de esos milagros, que se supone que sólo se dan en Navidad, lo sacó del abismo al que lo empujaba la enfermedad.

Él, recuperado, decidió dar rienda suelta a sus fantasías sexuales.
Ella, amargada por la recuperación de él, decidió, con unas tijeras en la mano, que nunca más volvería a sentir semen en la cara.

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