domingo, 3 de febrero de 2008

7.-Una verdadera historia de zombies

“Y allí estaba Fulgencio escribiendo sus primeras líneas…”

Esto que les cuento quizás les parezca algo surrealista, pero les puedo asegurar que como alguien dijo en algún momento ya perdido en el recuerdo de la humanidad, es real como la vida misma.

Muchos se preguntarán como fue que el mundo que todos conocíamos se fue al carajo, pues yo no soy el indicado para responder esa pregunta, todos creen que por ser un superviviente lo sabes TODO, idiotas, lo único que les puedo decir es que el horror se apodero de todo lo que la humanidad conocía, algunos dicen que por culpa de un virus, en unos laboratorios quien sabe donde, lo cierto es que la humanidad con todo su progreso y “avance” tecnológico no pudo detener su propio fin.

Seguro ya no quieres seguir leyendo esto, y te preguntas ¿porque en medio de una invasión zombie (espero que se escriba así) me dediqué a escribir esto?, Pues para añadir un poco de misterio te diré algo, lo más seguro es que si estas leyendo esto debo estar muerto y vale acotar que espero que al menos te produzca algunas lágrimas mi fallecimiento. Sigamos con el asunto que te trajo aquí, escribo esto como una bitácora de la extinción humana que espero que dentro de un millón de años algún alienígena descubra y sea YO considerado el último ser humano VIVO sobre la faz de la tierra, bendita sea mi humildad…

Quisiera empezar este relato diciendo que soy un apuesto policía de una ciudad sin nombre con un increíble manejo de todo tipo de armas y vehículos, pero irónicamente esos fueron los primeros en formar filas en el bando de los zombies (si has leído hasta aquí y aún no sabes lo que es un Zombie: “dicese de las malditas criaturas, sedientas de carne humana que se encuentran en este preciso momento planeando como apoderarse de mi”), yo no soy más que un orgulloso estudiante de ingeniería, que sólo ha usado “armas” en contra de un montón de píxeles en algunos videojuegos y cabe destacar que apenas llevo poco más de un mes manejando el carro hasta la universidad.

Después de más de 2 semanas encerrado en el departamento, las pocas reservas de comida ya se estaban agotando, si a eso le sumamos mis nulos conocimientos de cocina y la ausencia de “servicios” públicos como el gas, la electricidad y el agua potable, eso me dejaba una cantidad de alimento que haciendo el inventario correspondiente:

1 lata de atún + 1 lata de atún + 1 lata de atún = 3 latas de atún

No creo que sea una situación muy prometedora, a lo mucho serían dos días antes de agotar mis “bastas” reservas, ya va siendo hora de ir a hacer mercado…

Les contare un poco la situación de mi apartamento, pues se podría decir que algo grande y confortable la mayoría de las veces, solía ser oscuro y ahora sin luz eléctrica la oscuridad es la reina la mayor parte del “día” debo confesar que llevo cierto tiempo sin asomarme a la ventana, pero estoy seguro que nadie ha movido los cadáveres de los policías que trataron de ayudarnos hace ya más de dos semanas, la devastación y anarquía en la calles es total, espero que todos los punk`s estén contentos con su querida anarquía, el olor a muerte y podredumbre invade cada rincón, pero vamos que es como los perros después de unas horas ya ni lo notas, obviamente la televisión hace tiempo que dejo de funcionar al igual que la radio.
Siendo sinceros, esta situación me ha llevado a compenetrarme un poco más con mis “simpáticos” malditos vecinos (agradezco me disculpen las malas palabras, pero son de “cariño”), algunos de ellos ya llevan una relación tan fraterna conmigo que se encuentran en mi propia casa, pues no lo he mencionado, pero mi apartamento posee una terraza la cual es accesible a través de las ventanas de las escaleras comunes del edificio, así que un grupo de tres zombies vecinos míos decidieron venir después de 18 años viviendo en el mismo edificio hacerme un linda visita, gracias a dios que la puerta que conecta la terraza con las demás áreas del apartamento se encontraba cerrada hasta ahora.

La verdad es que prefiero a mis vecinos zombies de ahora se comportan idénticamente igual que cuando estaban vivos, algunos alaridos, me golpean las paredes , lo de siempre, hasta cuando eran humanos sospechaba que más de uno desearía acabar conmigo, así que apenas podía notar la diferencia.

Después de horas maquinando ya había logrado un plan infalible para ir al mercado, pues tomaría las llaves de la casa, bajaría las escaleras (no usare el ascensor como de costumbre porque como pueden notar no hay luz, no crean que uso las escaleras para notarme atlético), caminaría hasta el supermercado que se encuentra dos manzanas más abajo, tomaría lo que necesito y de nuevo en la casa, un plan sencillo me sorprende mi astucia ahora solo faltaba un detalle los malditos zombies.

Después de tanto tiempo contemplando a mis “vecinos” los zombies, había logrado aprender algunas cosas sobre ellos, eran sensorialmente iguales a nosotros, no tenían ni súper vista, ni súper olfato, ni ninguna de esas bobadas, que me desmientan si quieren los directores de películas de Hollywood seguro ellos nunca han vivido un Apocalipsis zombie así que ¡NO les crean!, esto lo descubrí tras un pequeño experimento cuando mi reloj indicaba las 12 de la noche o algo así decidí ponerme encima una manta negra y echar un vistazo a los vecinos pues, imagínense no fueron capaces de distinguirme en la oscuridad, al parecer podían percibir algún leve olor a carne fresca ya que se acercaron a la reja a olfatear un poco pero imagino que el olor a podredumbre capaba un poco mi propio olor.

Entre otro de mis brillantes descubrimientos en esta maravillosa ciencia, de la cual me declaro fundador y máximo erudito, que yo llamo “zombiologia”, se encuentra la posible obsesión de estos en torno a los ruidos, pues les contare mi experiencia un día encontrándome yo en las cercanías de la terraza cuando me dirigía a hacer mi observación diaria de los zombies con la manta negra tropecé torpemente contra una silla, seguramente puesta adrede por algún incauto, generándose un estrepitoso sonido mientras yo y la silla hacíamos impacto contra el suelo, se podrán imaginar mi cara de miedo al intensificarse los alaridos y golpes de mis vecinos contra las rejas y puertas, en realidad creo que desperté a la mitad de los residentes, pero todo sea por la ciencia.

Ya basta de tanto rodeo, y creo que es hora de contarles mi verdadero plan de día de mercado, la verdad es que no tenía ningún plan preciso y exacto, pero si algunas pautas y líneas de cómo sería mi desplazamiento, para aumentar la tensión y el interés de los pocos que aún continúan leyendo este absurdo y mal narrado relato apenas les contare que entre mi equipo de “excursión” se encontraba….TACHAN TACHAN…un………BOLSO donde colocaría lo que encontrara en el super.

Bueno, después de tanta tensión dejaré este relato hasta aquí, para que se muerdan las uñas pensando como continua mi historia (Ya pueden empezar a maldecirme!).

Fulgencio, The last one.

“Y allí estaba Fulgencio partiendo al supermercado…”

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